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Desempeño laboral en tiempos de crisis

  • Yurimar Dorta Hdez.
  • 14 abr 2015
  • 8 Min. de lectura

El miembro de la directiva de la Federación Venezolana de Psicólogos, Guillermo Yáber, señala que el diálogo patrono-empleador es fundamental para encontrar soluciones a la problemática que atravesamos


Desde hace algunos años, Venezuela se ha visto sumergida en el desabastecimiento de alimentos y otros rubros de primera necesidad. Esta situación ha traído como consecuencia que los consumidores dediquen una excesiva cantidad de tiempo a hacer colas en diversos establecimientos, como supermercados, para intentar encontrarlos y que se expongan a altos niveles de estrés e incertidumbre.


El personal de las cadenas de supermercados ha sido protagonista de esta situación en dos ambientes, en el primero como consumidores y en el segundo como trabajadores, por lo que el desabastecimiento ha influido notoriamente en su desempeño laboral.


María Fragoza, trabajadora de la red de supermercados Unicasa desde hace 15 años, aseveró que el ambiente laboral al que se expone diariamente está cargado de estrés, agresiones verbales y de mucho trabajo “la gente me trata como si fuese culpable de que el producto que buscan no esté”, dijo.


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Fragoza, encargada del área de perfumería de la sucursal de Montalbán II, explicó que los compañeros que laboran en las cajas son los más afectados por la crisis del desabastecimiento “la cantidad de personas que tienen que atender con el tema de la escasez es muchísima (…) deben enfrentar cara a cara insultos y malos tratos”.


Una situación similar fue planteada por una de las cajeras que forma parte de los trabajadores de la red de Abastos Bicentenario, ubicado en Montalbán. La fémina prefirió resguardar su identidad. Denunció la agresividad con la que los consumidores se dirigen a las instalaciones “los productos regulados se venden según el terminal de la cédula y en las cantidades que nos indican los superiores (…) si no se cumple con esto, se lo notificamos al cliente y muchas veces se molestan y hasta nos amenazan con agredirnos, muchas veces con hojillas (…) me pagan muy poco para lo que vivo todos los días”, argumentó.


Ambas trabajadoras emitieron opiniones similares sobre el salario mensual percibido, indicando que es muy bajo y que no les alcanza para cubrir sus necesidades. Según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (CENDAS-FVM) en marzo de 2015 los precios de los alimentos se incrementaron 5,3% y, 109,5% en comparación a marzo de 2014.


Así mismo, dicho instituto dio a conocer que la Canasta Alimentaria Familiar (CAF) se ubicó en Bs. 20.919,53 para el mes de marzo del presente año. Los trabajadores de las cadenas alimenticias se ven expuestos a una serie de conflictos que tienen que encarar diariamente, producto de la crisis económica que enfrenta actualmente el país.

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El economista Daniel Tambone expresó su opinión ante las exigencias de aumento salarial emitidas por los Sindicatos de Trabajadores de los supermercados y por parte del personal que labora en los mismos, con base en el incremento de trabajo. Aseveró que este argumento no implica que sea viable una elevación en el sueldo “un aumento salarial se justifica por un incremento de productividad y eficiencia por parte de la mano de obra y, en este momento, solo se demuestra una mayor presión al realizar sus funciones”.


El Jefe de la Cátedra de Economía de la Escuela de Administración y Contaduría de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), añadió que “todos los trabajadores tienen que tener, por lo menos, un ingreso que le permita cubrir una canasta alimentaria, cosa que no pasa desde hace mucho tiempo en el mercado laboral venezolano”.


El artículo 91 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela ratifica este planteamiento: “Todo trabajador o trabajadora tiene derecho a un salario suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia las necesidades básicas, materiales, sociales e intelectuales”.


El primero de febrero del 2015, entró en vigencia el aumento del sueldo mínimo decretado por el presidente Nicolás Maduro, ubicando al mismo en Bs. 5.622,48. Según el estudio realizado por el CENDAS-FVM para marzo del presente año, se requieren 3,7 salarios mínimos para poder adquirir la CAF para una familia de cinco miembros.


Tambone explicó que este desequilibrio se debe al incremento de la inflación. Según los últimos datos proporcionados el 30 de diciembre de 2014 por el Banco Central de Venezuela (BCV), esta se ubicó en 63,9%. El Fondo Monetario Internacional pronosticó un incremento de este valor a 96,8% para 2015.


La pérdida de poder adquisitivo del salario es uno de los primeros aspectos a resaltar en cuanto a la crisis económica que enfrenta el país. Aunado a esto, el control de precios y el desabastecimiento son otros de los matices a los que se debe hacer mención obligatoria para poder contextualizar, la crisis actual.

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El también profesor de economía explicó que el desabastecimiento es producto de la regulación de precios, planteada en la Ley de Precios Justos, en la que el sector público coloca un precio que se ubica por debajo del preestablecido por el mercado “(…) hay una mayor cantidad demandada de bienes y al mismo tiempo hay una retracción muy fuerte en la cantidad ofertada, lo cual genera una brecha entre lo que se quiere comprar y lo que se quiere vender, conocida como desabastecimiento”.


Por consiguiente, se puede afirmar que la escasez de alimentos es una de las consecuencias de algunas decisiones erróneas tomadas por parte del poder público “(…)es imposible pensar que no se genere desabastecimiento, ya que no permite el ajuste de precio que tiene que asegurar el costo de producción contable del bien, más el beneficio del empresario y nadie va a producir si no genera beneficios”, afirmó el economista.


Según declaraciones realizadas por el presidente Nicolás Maduro el 14 de abril de 2015, la escasez de productos es generada por los comerciantes y la denomina como una “Guerra económica contra el pueblo”.


Daniel Tambone explicó que este término no existe y que la crisis económica se debe a “la falla en la concepción filosófica e ideológica de los principios básicos de la economía de quienes encaran la dirección y la gobernabilidad de la política económica”. Plantea que la solución implica aumentar la producción con personas capacitadas a cargo de las empresas, con una adquisición de divisas constante y suficiente.


Inamovilidad y horas extras


La Ley de Inamovilidad favorece pero también perjudica a la mano de obra de los supermercados, ya que en cuanto a costos, es más rentable pagar horas extras a los trabajadores que incorporar a una nueva persona a la empresa.

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Jesús Martínez, trabajador del Central Madeirense ubicado en Montalbán I, desde hace 12 años, afirmó que en algunas ocasiones ha trabajado horas extras y que le han sido remuneradas conforme a lo que establece el artículo 183 de la Ley Orgánica del Trabajo.


Esta prolongación excepcional de trabajo también fue expresada por Francisco Marcano, subgerente del área de perecederos de la sucursal de Unicasa ubicada en Montalbán II, quien expresó que esta medida se ha tomado en algunas ocasiones para reemplazar faltas de personal, agregando que dicha sede cuenta con un equipo de trabajo de 135 individuos.


Dicha acción se refleja en el apartado “e” del artículo 179 de la Ley Orgánica del Trabajo : “e) Trabajos extraordinarios debido a circunstancias particulares (…) atender necesidades de la población en ciertas épocas del año”.

Ante esto, se puede inferir que el desabastecimiento de alimentos ha implicado un incremento en la necesidad de adquirir productos por parte de los clientes, por lo que trabajar horas extras es una acción válida siempre que se cumpla con la ley mencionada anteriormente.


El abogado y profesor de la cátedra Derecho Laboral en la Escuela de Administración y Contaduría de la UCAB, Ghofrine Azrak Bittar, afirmó que si las cadenas alimenticias incumplen la Ley Orgánica del Trabajo, se deben realizar las denuncias pertinentes ante la Inspectoría del Trabajo “se debe respetar la jornada del trabajo, los días de descanso, el registro y pago de horas extras, el descanso de la jornada laboral (…)”.

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Otras de las acciones implementadas por los supermercados para disminuir el número de clientes que asisten diariamente a los establecimientos y aumentar la disponibilidad de los productos escasos son el control de la cantidad de artículos que se pueden adquirir por persona, la instalación de máquinas captahuellas (aun no se ha realizado la instalación en todos los automercados) y la compra según el terminal de la cédula del cliente. Estas medidas se aplican solo a los productos regulados.


Según el estudio realizado por el CENDAS-FVM, 17 productos con precio regulado presentaron problemas de escasez, representando 29,3% de los 58 productos de contiene la canasta.


Crisis general


El 15 de marzo de 2015, en el periódico La Razón, apareció un artículo en el que Rafael Delgado Osuna, sociólogo y presidente de la encuestadora Varianzas, afirmó que según una encuesta realizada “86% afirma que el país vive una crisis grave” y que 55% culpa al gobierno de la misma.

Rafi Ascanio, experta en manejo de crisis, calificó el problema de desabastecimiento como un problema que afecta a todos los venezolanos. Ratificó que las medidas adoptadas no contribuyen con la solución a la escasez de alimentos, sino que son coercitivas “si las empresas no obtienen las divisas necesarias para producir, la crisis se agudizará aún más.


En cuanto a la regulación de precios impuesta en algunos rubros dijo que “solo beneficia a los que vieron en esto un negocio, llamados bachaqueros, ya que compran algo en Bs. 100 y lo revenden a un precio duplicado y triplicado (…) y algunos trabajadores de los supermercados sirven como entes comunicadores de ellos”.

María Ocando, Lic. en Relaciones Industriales y actual vicepresidenta de Recursos Humanos de Credicard, explicó que el desabastecimiento influye negativamente en el desempeño de los trabajadores “intentan cumplir con sus funciones pero al mismo tiempo piensan en cómo y dónde adquirir algún rubro que necesitan o en que el sueldo no les alcanza para cubrir sus necesidades ni las de sus familias”.

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Con más de 25 años de experiencia, indicó que la situación que vivimos implica que el talento humano de las empresas intervenga en varios ámbitos. El primero debe comprender la creación de canales de comunicación que permitan escuchar y canalizar los problemas e inquietudes de los trabajadores.


El segundo debe basarse en crear un espacio de reflexión en el que los empleados sean capaces de entender el por qué estamos sumergidos en una crisis de tal magnitud y atribuir las responsabilidades a los entes correctos y no a sus patronos.

El tercero, implica el establecimiento de actividades destinadas a la recreación, para que puedan liberar el estrés y puedan ejercer de manera más eficiente sus labores.


La gerente de Comunicaciones de Central Madeirense, Isis Espinoza, explicó vía telefónica que estas medidas han sido adoptadas por su empresa, añadiendo la realización periódica de reuniones entre los empleados de cada sucursal y la canalización de quejas mediante un perfil en la red social Twitter “En @CMadeirense atendemos las inquietudes de todos los usuarios porque creemos que es una posibilidad que debemos aprovechar para mejorar”.

El director de la Federación Venezolana de Psicólogos, Guillermo Yáber, declaró la formación y la capacitación de los empleados para enfrentar la crisis actual es importante, ya que pueden producirse alteraciones en el comportamiento de los mismos. Agregó que el gobierno y su discurso conflictivo es el responsable de resolver la crisis que originó.

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El también psicólogo industrial puntualizó que la crisis es una oportunidad para las cadenas alimenticias para estrechar el lazo entre empleadores y trabajadores “el diálogo patronal-obrero ayudará a fortalecer a la organización mediante reuniones e intercambio de opiniones”.

Con base en las premisas planteadas, la influencia de la escasez de alimentos en el desempeño laboral de los trabajadores de las cadenas alimenticias, implica la visualización de una realidad que abarca al ámbito económico, legal, político, corporativo e incluso, psicológico, para poder orientar políticas públicas futuras que permitan solventar la crisis de manera positiva, donde se dé valor a la diversidad, se confiera poder para expresar inquietudes y opiniones, se evalúe la situación de manera minuciosa y, finalmente, donde el beneficio sea para todos los actores implicados, que en este caso serían el gobierno, las empresas y los consumidores.


 
 
 

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